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DIEZ FORMAS DE HACER FRACASAR UN MOVIMIENTO CIUDADANO[1].

POR

BYRON KENARD.

Para escribir este artículo, todo lo que he tenido que hacer es contar mis “heridas de guerra” y recordar cómo las conseguí.

Si mi experiencia es válida, existen muchas más personas que se apartan de los movimientos ciudadanos por culpa de sus hermanos y hermanas de causa que por las trampas y astucias creadas por los enemigos del movimiento en cuestión.

A mi parecer, quien desee hacer fracasar un movimiento ciudadano sólo tiene que unirse a él y poner en práctica estas diez reglas, simples y básicas.  Si las aplica con constancia, pronto minará la vitalidad y la cohesión del grupo, que iniciará un proceso de desintegración.

¡Ah¡, y por supuesto, quienes estén en algún tipo de movimiento, colectivo, etc., y tengan verdadera ilusión por él, deben cuidar de no aplicar ninguna de estas reglas...

1.-Olvida tus orígenes.  Los movimientos ciudadanos para un cambio social surgen a menudo en circunstancias humildes, oscuras o incluso de mala reputación.  Recordemos los Woobblies, los pioneros organizadores de sindicatos obreros, que fueron encarcelados, deportados e incluso asesinados por su oposición a los abusos de los empresarios.  Pensemos en los Rosa Park, negros que rehusaban a sentarse al fondo del autobús; en las braburners (quemasujetadores), que tuvieron que soportar burlas y desprecios en sus esfuerzos por crear el movimiento feminista; o las amas de casa que se encadenaron a árboles para impedir que fueran talados.  Con el paso del tiempo, cuando el movimiento alcanza una cierta envergadura, estos orígenes pueden avergonzar a los arribistas que se agarran a él en búsqueda de fortuna y gloria.  En ese momento se considera necesario reescribir la historia para enterrar la identidad de los fundadores del movimiento e incluso se llega a cambiar el ideario que lo originó.

Se dice que las revoluciones devoran a sus padres.  Los movimientos ciudadanos hacen algo bastante peor: se olvidan de sus madres.  El revolucionario que encabeza el movimiento puede pasar a la historia, pero siempre se olvida la identidad de los pequeños grupos de voluntarios - en mis experiencias han sido formados mayoritariamente por mujeres - que constituyen la base del cambio social.

2.-Coloca expertos en el asiento del conductor.  Para organizar un movimiento pueden bastar voluntarios y personas normales, pero éstos no bastan para que la cosa funcione.  Cuando empieza a llegar el dinero, es un buen momento para despedir a los voluntarios y dar trabajo a personas “cualificadas”, preferiblemente con una licenciatura en físicas, económicas u otros títulos de mayor rango (nota: es extremadamente importante que tales personas no estén contaminadas por ninguna experiencia anterior de organización comunitaria.  Si existe una avalancha de aspirantes, pude ser necesario emplear el siguiente test: introducir a cada uno de los aspirantes en un enorme saco lleno de papeles; aquellos que no se sepan organizar para salir de él son los idóneos para este empleo).

3.-Tómate el trabajo con seriedad.  Con gran seriedad. Trabaja demasiado a fondo y durante numerosas horas.  Practica hasta adquirir una mirada ceñuda y depresiva.  Si es posible, incluso enfermiza o pesimista.  Cuando alcances la maestría en estas miradas, llama la atención de tus colegas para que se den cuenta de tu martirio.  Insinúa a menudo que si todos se tomaran la causa tan en serio como tú deberían seguir tu ejemplo.  Si con estas palabras los demás no se sienten aún lo suficientemente culpables, convierte tus insinuaciones en quejas continuas.

4.-Adopta y haz adoptar a los demás reglas de conducta muy estricta y rígidas.  La debilidad y flaqueza humanas no pueden existir en un movimiento.  En cuanto estos defectos aparezcan, debes estar preparado para hacerlos añicos.  Incluso las más ligeras transgresiones a las reglas deben ser castigadas.  Si, por ejemplo, descubre un activista de un movimiento de  salud alimentaria comiendo una hamburguesa, condénalo con todos los argumentos que se te ocurran (dejando a un lado que tú hayas entrado en el restaurante para comprar un paquete de cigarrillos).

5.-Motiva a otros mediante el sentimiento de culpa.  Si un grupo trabaja intentando preservar especies protegidas, atácalo por su poca sensibilidad ante la pobreza o el hambre del mundo.  Si el grupo trabaja para los pobres o hambrientos, atácalo por su falta de sensibilidad ante los animales.  Hagan lo que hagan, intenta llevarlos hacia una posición de indefensa.  Cuando se den cuenta de la inutilidad de su trabajo... seguramente redoblarán sus esfuerzos.

6.-Habla mucho sobre la necesidad de cooperar y compartir, pero ¡no se te ocurra hacerlo¡  Intenta dominar todos los debates mediante la fuerza de tu intelecto u personalidad.  Sin embargo, si encuentras personas lo suficientemente tontas como para creer en cooperar y compartir, aprovéchate de ellas en todo en lo que te puedan ser útiles.

7.-Consigue un cierto grado de nerviosismo y mantenlo.  Ponte nervioso y excitado.  Recuerda que “el fin del mundo está cercano y no disponemos de mucho tiempo”.  Por ello, para demostrar dedicación todo el mundo debe apresurarse en su trabajo y actuar contra-reloj.  Si algunas personas siguen trabajando con calma, tu tarea primordial consistirá en ponerlas nerviosas hasta que surja en ellas la ansiedad.

8.-Nunca compartas el prestigio y los honores.  En primer lugar, has de tener bien claro que todo ha sido idea tuya.  Y nadie, vivo ni muerto, ha contribuido en ningún detalle importante.  ¿Por qué pues compartir honores? Si, por cualquier injusticia, algún otro compañero de movimiento alcanza mayor prestigio que tú, trata de ponerlo en su lugar y hacerte respetar.  Puedes hacer correr la voz de que no se lo merece - o al menos, en esa medida -.  Si estas técnicas no funcionan a tu entera satisfacción, puedes, en un ataque de rabia, dar golpes a los objetos y personas que te rodean. (Nota: lamentablemente, no hay garantías de que estas técnicas quiten prestigio a otro para dártelo a ti, pero restaran felicidad y alegría a aquellos que reciban los honores.  Así pues, se trata sólo de un pequeño placer, pero a estas alturas habrás aprendido a no despreciar los pequeños detalles).

9.-Recuerda que cuanto menos educado sea, más comprometido aparentarás estar.  Aquí también tienen su importancia los pequeños detalles.  Por ejemplo: no debes llegar nunca a tiempo a las reuniones.  Y cuando llegues asegúrate de que el teléfono te reclame al menos una vez cada cuarto de hora.  El resto del tiempo debes invertirlo en hablar lo más alto posible, preferiblemente con tono acusador.  Una y otra vez debes dejar claro que la justicia y la eficacia saldrán malparadas a menos que se adopten tus posturas.  Insiste en modificar los acuerdos una vez tomados.  Una vez hechos estos comentarios, procura abandonar la reunión antes de que acabe.  En caso contrario, no se te ocurra quedarte después para ayudar a recoger las tazas de café o poner las sillas en su sitio.

10.-Por último, evita trabajar para el movimiento al tiempo que das la impresión de entregarte en cuerpo y alma.  El cumplimiento escrupuloso de las nueve reglas anteriores te requerirá tanto tiempo y energía que no te quedará nada para cumplir tus obligaciones con el movimiento.  Pero no dejes que este te frene en el momento de adquirir mayores responsabilidades.  Consigue tantas como puedas.  Insiste en participar en todo y si es posible como encargado.  Luego, trata de retrasar o evitar todos los trabajos y obligaciones.  Si otros te acusan por la desproporción entre tus responsabilidades y tus logros, contéstales en un tono  entre calmado y apesadumbrado,, haciéndoles ver lo dolorosos y desmoralizantes que son estos comentarios, sobre todo después de todo lo que llevas hecho por la causa.  Cuando el otro haya bajado la guardia, redondea la faena con la frase: ¿No te das cuenta de que lo más importante es la unión que debe existir entre todos?.


     [1]Tomado de la revista Salida. Revista de Divulgación de Movimientos Sociales editada por la FACMEN. Nº 3- julio-agosto 1990.


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