A vueltas con la educación y la COVID-19 ¿Entramos ya en el Siglo XXI?

Y de repente nos confinamos

El Gobierno aprobó el 14 de marzo de 2020 declarar el Estado de Alarma en todo el territorio español para afrontar la situación de emergencia sanitaria provocada por el COVID-19.  Durante ese periodo se restringió la circulación de los ciudadanos, garantizando el suministro de alimentos y productos necesarios para la salud pública.  Se regulo la apertura de la hostelería, la restauración y los locales de actividades culturales, artísticas, deportivas y similares.  Se priorizo el trabajo a distancia y se suspendió la actividad escolar presencial.

La carrera por la digitalización

De repente, nos vimos confinados.  Todo cambio, como si fuéramos protagonistas de una serie distopica de TV, nos lanzamos en masa a los supermercados comprando como si no hubiera un mañana, y una gran parte de nuestra vida comenzó a girar en torno a cuestiones digitales:  Teletrabajo, video conferencias, documentos compartidos, VPN, desvió de llamadas, noticias, canales digitales, streaming…  Imaginar por un momento el confinamiento en la era pre digital ¿Qué hubiera ocurrido en el ámbito laboral? ¿Podéis imaginarlo? ¿Cómo hubiera sido nuestro confinamiento? ¿Qué hubiera pasado con miles de puestos de trabajo?  Si el impacto del confinamiento para la económica ha sido enorme, pensar si no se hubiera podido tele trabajar.

Las empresas han sido conscientes de la creciente importancia de la digitalización desde hace algún tiempo.  En una encuesta de Global Capital Confidence Barometer, realizada por EY durante los meses de febrero y marzo de 2020, el 72% de los ejecutivos reconoce que su empresa ya ha puesto en marcha programas de transformación tecnológica

Pero, “es la economía, estúpido y el COVID-19 acelero todo.  Para Nacho de Pinedo, CEO de ISDILos 60 días de confinamiento han acelerado seis años la digitalización del mundo”.  Desde IDC, estiman que al menos el 40% del PIB europeo estará digitalizado en 2021. El 82% de los profesionales que han participado en el Barómetro sobre el impacto empresarial del covid-19, que elabora Good Rebels, prevé que la crisis fomentará la innovación y el desarrollo de nuevos modelos de negocio.  De acuerdo con este mismo estudio el confinamiento ha consolidado algunos comportamientos digitales, ha introducido nuevos hábitos y ha extendido algunos de unos segmentos poblacionales a otros.  La digitalización está aquí para quedarse en nuestras vidas y en las empresas.  Algunas empresas como Amazon, logran el mayor beneficio de su historia durante el primer semestre del 2020.

¿La educación es cosa seria?

¿Y en la educación?  Bueno, la educación es otra cosa.  Ya sabemos todos y todas que la educación es muy importante, y clave para el desarrollo de un país.  La educación es cosa seria, ¿o no?  Pues llego la COVID y vimos que la educación estaba desnuda.

El cierre de las escuelas y universidades implico, una transición forzosa hacia la educación a distancia, imprevista, improvisada y acelerada (formación, competencia, recursos, adaptación pedagógica, etc.) y con importantes consecuencias en el aprendizaje de los estudiantes.  En realidad, en la mayoría de los casos, ha sido una “educación de emergencia” que trataba de asegurar el mero acceso a la educación.  La educación online implica la planificación y el diseño de experiencias de enseñanza y aprendizaje en línea, y esto no se ha producido.

No ha quedado más remedio que “saltar al vacío”, no ha habido la reflexión suficiente, ni se ha tenido un contacto adecuado con los recursos educativos digitales. La primera reacción suele consistir en intentar hacer lo mismo que se hacía en la clase presencial[1].  Muchos docentes, por ejemplo, se han lanzado a agotadoras (para estudiantes y profesorado) e interminables sesiones de videoconferencia para tratar de suplir las clases presenciales que se perdían.  Es erróneo pensar que un curso presencial se puede transformar directamente en un curso impartido a través de una solución de videoconferencia únicamente.  Atendiendo a criterios de calidad y eficiencia de la formación, no sería viable, por ejemplo, convertir una clase presencial de cuatro horas en una clase de cuatro horas impartida a través de una videoconferencia.  En una clase presencial de esta duración se combinan explicaciones del tutor con periodos en los cuales los alumnos realizan prácticas que son supervisadas por el docente.  No sería lógico imaginar una videoconferencia de cuatro horas de duración en la que durante dos horas el alumno esté practicando.

Pero, profesores y profesoras, que casi de forma “heroica”, montaban sus “estudios” para poder transmitir las clases, con su móvil, su pizarra en la pared, etc. y se utilizaba cualquier medio a su alcance Teams, Zoom, Skype, Jitsi, Whatsapp, y cualquier otra aplicación que permitirá la comunicación.  Algunos más “atrevidos” comenzaron a utilizar plataformas de formación gratuitas, disponibles internet, como Google classroom provocando que en muchas ocasiones millones de datos de alumnos y profesores quedaran expuestos.

En otros ámbitos, esto está muy claro y nadie duda.  Si grabo una obra de teatro con una cámara, no es una película, es una obra de teatro grabada.  No tendrá ni las virtudes del teatro, ni del cine.  Esto que parece fácil de comprender entre dos medios como el cine y el teatro, no lo es en el ámbito educativo.

Se trata de desarrollar un entorno de aprendizaje nuevo y de gestionar la variedad de recursos digitales disponibles que, además, facilitan enfoques pedagógicos basados en la construcción del conocimiento (y no tanto en la idea de la transmisión).

Hemos confirmado lo que ya sabíamos, pero que poco nos preocupaba, los colegios tienen un nivel de digitalización muy bajo, con un profesorado poco cualificado en este ámbito. La competencia digital docente, imprescindible para encauzar la competencia digital del estudiante, no siempre está en el nivel óptimo.  Las estructuras organizativas de la escuela se han demostrado firmemente ligadas a la presencialidad.  Con la pandemia, el sistema, basado en buena parte en la presencialidad máxima, ha pasado en bloque a la virtualidad total, sin haber estado antes en un contexto de presencialidad con apoyo virtual.  El cóctel perfecto, profesorado poco cualificado, ausencia de medios, y modelo educativo anclado en la presencialidad.

Y claro, con estos mimbres, el cierre de las escuelas ha supuesto un reto para el principio de equidad, pues la pandemia ha puesto en evidencia las dificultades para acceder a la enseñanza en línea por parte de muchas familias y estudiantes y la complejidad de la inclusión y la atención a la diversidad en un contexto virtual[2]. Muchos miles de alumnos no tienen acceso, ni conocimiento sobre las nuevas tecnologías.

¿Cuáles son las principales brechas a las que nos hemos enfrentamos? [3]

La brecha digital está entre los grandes retos a los que se enfrenta la implementación de recursos virtuales en los diferentes niveles educativos.  Las razones de esta dificultad son diversas: culturales, sociales, económicas y, puramente tecnológicas.  La tecnología no está llegando por igual y con la misma calidad a todos.  Los jóvenes de familias de bajos ingresos pueden verse expulsados de un sistema educativo digital, así como aquellos de zonas geográficas no conectadas, o con conexiones de baja calidad, se encuentran más aisladas.  Parece claro que la brecha entre los que tienen la disponibilidad de un acceso de calidad y los que no, se está agrandando y esto afecta directamente al derecho a la educación.

La crisis de la COVID-19 ha demostrado que los colectivos más vulnerables pueden encontrarse con mayores dificultades de aprendizaje al no disponer de los recursos ni el apoyo familiar necesario para el aprendizaje en la distancia.  El rendimiento escolar será, por tanto, si cabe más desigual, provocando probablemente en el próximo año tasas de fracaso escolar y abandono temprano aún mayores.  En España, el 49% de los estudiantes están matriculados en centros desfavorecidos, mientras que el 31% lo hacen en centros favorecidos, cuyos directores han informado que la capacidad del centro educativo para proporcionar educación se ve obstaculizada, en cierta medida, por la falta de personal docente[4].

El impacto del confinamiento en la educación y aprendizaje de los colectivos más vulnerables, exigirá mayores recursos en el refuerzo formativo, en el acompañamiento y evaluación individualizada en el próximo curso y en el diseño de metodologías de evaluación que sean sensibles a la igualdad de oportunidades a todo tipo de colectivos.

Algunos estudios como el de Fundación BBVA basado en PISA-2 5, muestra una tasa de probabilidad de repetición del 56% en el alumnado de entornos más desfavorables.  En el caso de los entornos rurales, las tasas de abandono también son superiores, 18,6 puntos más que en la zona urbana, siendo datos peores que los ofrecidos por la UE, 10,6 puntos[5].

Nos enfrentamos en resumen a:

  • Brecha de acceso, disponibilidad de medios informáticos y de conexión a internet necesarios para desarrollar el curso. “14% de los alumnos de bajo nivel socio económico no tienen ordenador, 44% de los alumnos de bajo nivel socio económico solo tienen 1 ordenador en casa” Tengamos en cuenta que es necesario un ordenador por persona.
  • Brecha de uso, o hábitos en el uso de la tecnología, en términos de tiempo y calidad.  El 10% de los hogares no utilizan internet o como mucho 1 hora, en la OCDE son el 13% y en la UE el 11% Índice de uso de dispositivos TIC (Tiempo de uso de internet / Índice de uso de dispositivos TIC) en el hogar es de 0,24, en la OCDE es 0,34 y en la UE es 0,35”
  • Brecha de capacidades, o disponibilidad de recursos y habilidades aprendidas por parte de los docentes para el uso adecuado de las TICs en la enseñanza.  50% de los directivos considera que sus docentes tienen suficientes capacidades y recursos para integrar dispositivos digitales en la enseñanza.  Eso supone que la mitad del profesorado no los tiene.  De nada nos valdrá contar con medios tecnológicos si el profesorado no está cualificado para su utilización,
  • Brecha en el aprendizaje, al no disponer de un modelo de evaluación final similar para todos los centros educativos.  La laxitud en las evaluaciones y cierre del curso escolar puede provocar brechas en el aprendizaje y dificultades a los alumnos en el próximo año
  • Brecha en la seguridad, es necesario ser tremendamente riguroso con la aplicación de los protocolos de actuación, pero los centros escolares no disponen ni de personal suficiente, ni de aulas para poder mantener unas ratios por aulas bajas.[6]

Garantizar el derecho a la educación, un reto compartido.

Debemos garantizar la igualdad de oportunidades de acceso a la educación, al mismo tiempo que se garantiza la salud de estudiantes, profesores y comunidad en general.

Por un lado, tenemos la formación de profesorado.  Contamos con excelentes profesionales, para la impartición de la formación presencial.  Necesitamos dotarles de las competencias necesarias en el ámbito pedagógico y digital.  Deben tener un conocimiento suficiente y amplio de las herramientas digitales, pero también supone un conocimiento de pedagogía adaptada a este nuevo entorno.  Esta formación debería incluir la formación específica del profesorado para atender a alumnos con necesidades especiales[7].

Probablemente, los roles y funciones del profesor también han de ser redefinidas, para combinar simultáneamente el papel de maestro, guía, prescriptor, acompañante, inspirador e incluso influencer. Será fundamental, además, lo que el profesor enseñe de sí mismo, porque la educación es conocimiento, pero también estilos intelectuales y modos de pensar y de concebir el mundo[8].

Despliegue de un modelo de educación y aprendizaje basado en las tecnologías digitales, es necesario un modelo pedagógico compartido que permita aprovechar al 100% las virtudes de la virtualidad, potenciando la creación de plataformas digitales de aprendizaje. Un modelo que combine actividades síncronas y asíncronas, que potencie el aprendizaje y el trabajo colaborativo y la creación de comunidades educativas[9].

Es necesario el equipamiento tecnológico para los centros escolares, sistemas de video conferencia, pizarras digitales, etc., pero también para los alumnos, igual que hoy en día no admitimos que el alumnado independientemente de su nivel de renta, no cuente con libros de texto, no podemos admitir que no dispongan de portátil, wifi y contenidos digitales.  Se debe poner el foco en los entornos socioeconómicos menos favorables, sin olvidar la necesidad de disponer de recursos en el medio rural que garantice la formación en las mismas condiciones que en las urbes.

Saber desempeñarse en un entorno informatizado es hoy tan importante como saber leer y escribir. Y este nuevo analfabetismo debe combatirse desde la escuela.  Por un lado, necesitamos tener unos conocimientos básicos como saber manejarnos con un lector de correo electrónico, una hoja de cálculo o un editor de textos, entre otros.  Estos conocimientos suelen denominarse “competencia digital” (Digital Literacy) básica en el siglo XXI, pero no suficientes. No se logrará una nueva generación preparada para la transformación digital hasta que todo profesional domine la competencia informática.  Para ello, se necesita incorporar al currículum asignaturas de carácter obligatorio, tanto en educación primaria como secundaria.

¿Y ahora qué?

Muchos sectores económicos están aprovechando la COVID-19 para adatar sus negocios y digitalizarse y surgen nuevos modelos de negocio.  El sector educativo no puede permanecer al margen.  Se debe aprovechar esta situación para abordar una gran revolución pendiente, la modernización de nuestro sistema educativo, ya no valen medias tintas.  Debemos también aprender de errores del pasado[10].  Nos enfrentamos ante un reto de dotación tecnológica, pero el reto no es fundamentalmente tecnológico, la tecnología existe y está a nuestra disposición.  El reto es cultural y cultural y social.  Es reto es formar a nuestro profesorado y dotarle de las competencias necesarias para que pueda desenvolverse adecuadamente en este nuevo escenario.  El reto es no abandonar a los colectivos más vulnerables dotándoles del equipamiento necesario.  El reto es en definitiva apostar por una educación de calidad, accesible para todos y todas, y que independientemente de pandemias, aproveche y todo aquello que nos ofrece el siglo XXI a nivel de tecnología y conocimiento.


[1] Transformación de un modelo de formación presencial a un modelo de aula virtual. Asociación de Proveedores de Elearning. http://www.apel.es/transformacion-de-un-modelo-de-formacion-presencial-a-un-modelo-de-aula-virtual/

[2] Trujillo-Sáez, F.; Fernández-Navas, M.; Montes-Rodríguez, M.; Segura-Robles, A.; Alaminos-Romero, F.J. y Postigo-Fuentes, A.Y. (2020). Panorama de la educación en España tras la pandemia de COVID-19: la opinión de la comunidad educativa. Resumen Ejecutivo. Madrid: Fad. https://www.campusfad.org/educacion-conectada/estudios-investigaciones/panorama-educacion-pandemia/

[3] Zubillana, Ainara y Cortazar, Lucas (2020): “COVID-19 Y EDUCACIÓN: problemas, respuestas y escenarios”.  Fundación COTEC. https://cotec.es/cotec-publica-un-documento-con-propuestas-para-cinco-posibles-escenarios-educativos-ante-la-crisis-sanitaria-del-covid-19/

[4] Zubillana, Ainara y Cortazar, Lucas (2020): “COVID-19 Y EDUCACIÓN: problemas, respuestas y escenarios”.  Fundación COTEC. https://cotec.es/cotec-publica-un-documento-con-propuestas-para-cinco-posibles-escenarios-educativos-ante-la-crisis-sanitaria-del-covid-19/

[5] Fundacion BBVA: Esenciales nº 36: diferencias socioeconómicas en los entornos educativos. https://www.fbbva.es/noticias/los-centros-publicos-asumen-casi-en-exclusiva-la-formacion-de-alumnos-con-entornos-menos-favorables-especialmente-en-las-regiones-menos-desarrolladas/

[6] Ministerio de Sanidad: Guía de actuación ante la aparición de casos de COVID-19 en centros educativos.  Versión septiembre 2020.  https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov/documentos/Guia_actuacion_centros_educativos.pdf

[7] Fundacion Seres: Educación de Calidad: La colaboración como solución a las brechas educativas post COVID-19. https://www.fundacionseres.org/Repositorio%20Archivos/Informes/FundacionSERES_Educacion_POST_COVID19.pdf

[8] “¿Hacia una Universidad no presencial? Decálogo para una reflexión imprescindible” en THE CONVERSATION https://theconversation.com/hacia-una-universidad-no-presencial-decalogo-para-una-reflexion-imprescindible-141640

[9] Ismael Peña-López: “Gobernanza del Ecosistema de comunidades educativashttps://ictlogy.net/sociedadred/20200914-gobernanza-del-ecosistema-de-comunidades-educativas/

[10]Aprobado el Programa Escuela 2.0 Sábado 4 de abril de 2009. https://www.lamoncloa.gob.es/Paginas/archivo/040409-enlace20.aspx

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