Derechos de ciudadanía

Afortunadamente, no sólo las tecnologías de la información y comunicación hacen avanzar la sociedad, eso sí, de forma tan vertiginosa es casi imposible. Las sociedades logran un mayor desarrollo cuanto más bienestar alcancen sus ciudadanos y este, si se consigue por medio del reconocimiento de derechos, mayor estabilidad ofrece a dicha sociedad.

No resulta fácil lograr que se reconozcan derechos que para la ciudadanía son evidentes pero estamos viviendo momentos en los que en un corto periodo de tiempo asistimos a hechos históricos. Hace algo más de un año, con la aprobación de la Ley de medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, que ha supuesto un gran avance para los derechos de las mujeres, fundamentalmente y posiblemente, en este mismo año veamos como se aprueba la tan demandada Ley para la Promoción de la Autonomía Personal, que reconocerá como derecho subjetivo la atención a las personas que viven una situación de dependencia.

Pero serán todos los que están y no estarán todos los que son.

Esta oportunidad se debería aprovechar para abordar de forma más transversal las situaciones de dependencia.

Sin entrar en el concepto de la misma, pues aceptamos con reservas el dado por el Consejo de Europa, quiero dejar constancia de que existen otras situaciones que no serán resueltas.

Si no cambia la línea que se está trabajando, quedarán fuera del objeto de la ley los niños y niñas entre 0 y 3 años. ¿Duda alguien de su situación de dependencia? Es la ocasión para que dentro del marco de esta ley e incardinado en el Sistema Educativo, quede resuelto el problema que se plantea con la atención a los menores de esa franja de edad, facilitando así a su vez la conciliación de la vida familiar y laboral.

Porque el cambio de los modelos de familia también afecta a los pequeños y los abuelos que hasta ahora se ocupaban de su atención, afortunadamente para ellos, cada día son menos. Y digo afortunadamente porque, después de haber llevado una vida de trabajo también necesitan de su tiempo de ocio y nunca mejor que a la edad de jubilación. Se trata de no crearles una obligación para con la atención de los nietos y nietas, sino del disfrute de los mismos.

Artículo publicado en Revista Júbilo, 2006

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