¿Pero cómo pudo fallar todo?… y tú me lo preguntas

Lo ocurrido en el PSOE en los últimos meses es un espacio privilegiado, desde el punto de vista del desarrollo organizativo y la planificación estratégica, como antes lo fue el 15M.  Debido a lo extremo y a la rapidez de sus procesos, se convierte en el equivalente a las Islas Galápago para la teoría de la evolución de Darwin.

Todavía algunos miembros del PSOE, deben estar preguntándose que pudo fallar.  La cara de algunos dirigentes la noche del 21 de mayo y sus declaraciones posteriores, parece indicar que continúan sin saber la respuesta.  No deja de resultar curioso, cuando aparece bastante clara al resto de los y las militantes, y gran parte de los ciudadanos progresistas.  Es curioso que no se dieran cuenta de que “la reina iba desnuda”, o si se dieron cuenta nadie quiso decirlo por miedo a perder su espacio de poder.  Y se lanzaron a una campaña, donde fuera de los afines, no quedaba muy claro cuáles eran sus objetivos, más allá de enaltecer a la candidata.

Desde una mirada del desarrollo organizacional, no tratamos de tomar partido, ni de buenos y malos, sino de analizar los procesos y la toma de decisiones que lleva a la organización a determinados resultados.

La maniobra que culminó en el Comité Federal del 1 de octubre, que obligó a dimitir al Secretario General, no fue explicada adecuadamente.  Parecía que el fin justificaba los medios, todo vale, no importaban los daños colaterales.  No hubo un relato convincente a los militantes, que les hiciera digerir lo que estaba ocurriendo.  Posiblemente pensaron que no hacía falta.  En cambo el Secretario General saliente, si fue capaz de armar un relato que calaba en un gran número de militantes, y que le elevaba a los altares de la militancia como un mártir de la coherencia

El nombramiento de una gestora con un mandato excesivamente largo, al menos poco imparcial, y que muestra claramente sus preferencias.  Quien debía actuar con una neutralidad e imparcialidad escrupulosa, y como árbitro de las discrepancias, es vista por parte de la militancia, como defensora de una de las partes.  Las imágenes de la recepción de los candidatos fueron muy elocuentes.

Tampoco se produjo un relato adecuado de la abstención al gobierno del Partido Popular.  Parecía que no hacía falta explicárselo a los y las militantes.  De todas las opciones, se eligió la que ponía en el abismo al anterior secretario general, pero al mismo tiempo, la que hacia perder más credibilidad ante los militantes y votantes al PSOE.  Se debía haber explicado claramente, se podía haber realizado una abstención técnica (únicamente de algunos diputados y diputadas), una abstención a cambio de acuerdos políticos, etc.  Pero elige la opción más costosa políticamente para el PSOE, con tal de dejar fuera al anterior Secretario General.

El PP, en una situación de superioridad, es cierto, aparece políticamente como un gran estratega, y es capaz de convertir un proceso de elección de Presidente, que podía suponer un enorme desgaste, en desgaste del rival.  Todo el peso y la responsabilidad, ante la pasividad, y el desconcierto, de los líderes de PSOE recae en la oposición, no en aquel que debe formar gobierno.  Pero la realidad es muy tozuda y el tiempo ha demostrado que no era necesario abstenerse para formar gobierno, existían otras alianzas “naturales”, por lo cual la decisión se muestra todavía más incomprensible para los y las militantes.

Los medios de comunicación “tradicionales”, no tiene el papel que siempre han tenido en la formación de opinión de los sectores más progresistas de la sociedad.  Especialmente El País, pierde claramente su espacio, que fruto de los nuevos tiempos, es ocupado por los medios digitales progresistas, que son los que acaban conformando opinión en los votantes de izquierda.  Existen muchas más fuentes de información que los medios tradicionales, que en muchas ocasiones están perdiendo su credibilidad y un gran número de lectores.

Una campaña basada en el apoyo de las elites, en la mirada hacia el pasado, y en la figura de la candidata, se ha visto que no funciona, si no existe algo más.  Los y las militantes necesitan una “visión” clara de futuro con la que puedan sentirse identificados y comprometidos política y emocionalmente, no una recuperación del pasado.  Cuando se quiso enmendar este error, la solución fue todavía peor, con un programa mal elaborado e incoherente.

Al final, los y las militantes, maduros y responsables, han demostrado que ya no son tan fáciles de engañar, que no se conforman con cualquier explicación, que no vale todo.  Un proceso democrático abierto, implica que las personas son, autónomas y responsables, y que quieren opinar y decidir libremente sobre las cuestiones que les afectan. Y eso algunos no parecen todavía tenerlo muy claro.

Existen muchas lecciones aprendidas de este proceso y el PSOE, si tiene la habilidad y sensibilidad suficiente, puede utilizarlas para realmente posicionarse como una autentica organización del siglo XXI.

Una organización donde los y las militantes tienen espacios claros y definidos para la participación; una organización menos jerárquica, mas plana y donde el poder del aparato es más reducido; una organización que trabaja en red, tanto interna como externamente, sin dar la espalda a la sociedad y otros movimientos sociales; una organización que apuesta por la innovación y la creatividad frente a los lastres del pasado; una organización transparente y que rinde cuentas a sus militantes y la sociedad; en definitiva una organización con otro modelo de liderazgo, un liderazgo que es capaz de canalizar los intereses y deseos de los militantes y no un liderazgo “gestor” que en cada momento decide lo que debe y no debe hacerse.

Sé que este modelo chocará con los miembros más tradicionales del partido, que dirán que eso no es el PSOE, que el PSOE es otra cosa.  No sé si es otra cosa o no, lo que si tengo claro, es que no es una organización preparada para actuar eficazmente en el Siglo XXI.  Si realmente se decide que sea otra cosa, condenaremos al PSOE, posiblemente, a la irrelevancia política, y lo que es más grave, social.

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