Ocurre una y otra vez, no importa cuántas veces suceda. Como si fuera un patrón constante de la naturaleza. No importan los informes, ni las evaluaciones. No se escuchan los mensajes que lanzan las ONG especializadas en ayuda humanitaria.
Cada vez que se produce un desastre, una emergencia, un conflicto bélico, la población empatiza con las víctimas, se pone en su situación y trata de enviarles todo aquello que consideran que pueden necesitar, con su mejor voluntad. Ropa, mantas, alimentos, medicinas, juguetes, … Inmediatamente miramos en nuestro armario y vemos que podemos donar, que pueda cubrir sus necesidades y buscamos una organización que pueda hacérselo llegar. Todo ello con el apoyo entusiasta de los medios de comunicación y de muchas administraciones públicas animando a la población a realizar donaciones en especie.
Es muy emocionante ver las muestras de solidaridad de la población, supone además sensibilizar y concienciar a la ciudadanía sobre un problema y los afectados se sienten apoyados, saben que no están solos. Pero no olvidemos la parte más importante de todo esto, debemos garantizar que las personas reciben aquello que necesitan, y que este apoyo se realiza de la manera más eficaz y eficiente posible. Tenemos la necesidad de sentirnos bien con lo que hacemos. Personalmente hay algo muy ‘cercano‘ e inmediato en comprar un paquete de pañales o comida infantil y pensar en la familia que lo recibirá. Pocas cosas pueden superar esta imagen.
Es muy probable que tengan esas necesidades, otra cosa es que esta sea la solución adecuada, especialmente para una situación de emergencia a miles de kilómetros, y donde las donaciones en especie se producen de manera masiva. En muchas ocasiones el camino aparentemente más fácil no es el más adecuado. Cuestión distinta puede ser una situación de no emergencia, en nuestro territorio, bancos de alimentos, roperos, son algunos ejemplos que funcionan y funcionan bien, y son adecuadamente gestionados
Al producirse una emergencia se produce rápidamente un pico de donaciones. Esto supone varios problemas
- Cuando se reciben toneladas de ayuda en especie de donantes individuales, deben almacenarse en lugares adecuados, clasificarse (por ejemplo, la ropa por tallas, de verano e invierno, etc.) y embalarse para su transporte. Esto en muchas ocasiones supone el trabajo de cientos de personas.
- Se necesita un medio de transporte adecuado para hacer llegar los productos, en contextos con sistemas de transporte saturados, cortes en las comunicaciones y que además deben competir con otros envíos posiblemente más urgentes.
- La gestión de grandes cargamentos de productos donados individualmente y enviados desde el extranjero puede ser cara, así como su almacenamiento y distribución, es difícil garantizar el adecuado manejo y distribución. En ocasiones, las donaciones materiales cuestan más que lo que realmente aportan.
- Si las donaciones materiales no encajan perfectamente en concepto, cantidad, formato, momento de entrega o método de distribución con las requeridas, supondrán más molestia que ayuda.
- Algunas donaciones pueden perjudicar a la industria o el comercio local o del entorno más próximo. La llegada masiva de un producto puede devaluar el precio de ese producto y llevar a la pobreza a quienes lo producen y venden allí.
A la hora de ayudar a personas que están en países en emergencia, a miles de kilómetros de nosotros, las aportaciones económicas son la forma más operativa de hacer llegar la ayuda y más acorde con nuestros valores y la dignidad de la persona. Donaciones a entidades que están trabajando en la zona y que cuentan con estructura y personal adecuado. De esta forma:
- Se reduce el coste del transporte y se evitan tasas en aduanas o costes añadidos del traslado internacional.
- Se logran precios más bajos al comprar al por mayor y negociar los precios de la ayuda para millones de personas.
- Favorecemos la economía del país o de los países del entorno. Comprar los productos localmente permite impulsar las economías de los países en conflicto o de los países vecinos que acogen a miles de refugiados para crear un tejido productivo autosostenible.
- Se reduce el impacto ambiental, al disminuir el transporte.
- Se puede adquirir productos muy necesarios y que habitualmente no se donan: toldos de plástico, kits de cocina, kits higiénicos, camas, etc.
- Se pueden establecer infraestructuras para acoger a los refugiados, campamentos (temporales o permanentes), sistemas de agua y saneamiento, albergues, escuelas, etc.
Es muy importante informarse, ver las organizaciones especializadas que tienen experiencia de trabajo en la zona, y realizar una donación económica a aquella que te merezca mas confianza y garantías. Seguro que tu aportación económica llegara en forma de algún producto necesario e imprescindible para la población desplazada, de una manera más eficaz y eficiente.
Esfera: La Carta Humanitaria
El Proyecto Esfera, conocido ahora como Esfera, fue creado en 1997 por un grupo de organizaciones no gubernamentales humanitarias y el Movimiento de la Cruz Roja y la Media Luna Roja con el fin de mejorar la calidad de las respuestas humanitarias y de que las organizaciones rindan cuentas por sus acciones. La filosofía Esfera se basa en dos convicciones esenciales:
- Las personas afectadas por un desastre o un conflicto tienen derecho a vivir con dignidad y, por lo tanto, a recibir asistencia, y
- Se deben tomar todas las medidas posibles para aliviar el sufrimiento humano ocasionado por los desastres o los conflictos.
La Carta Humanitaria y las normas mínimas son la manifestación práctica de estas convicciones esenciales. Los Principios de Protección fundamentan toda la acción humanitaria y la Norma Humanitaria Esencial contiene una serie de compromisos que respaldan la rendición de cuentas en todos los sectores.