Tomás Fernández García: Una persona singular

El pasado 19 de abril volví a ver personalmente a Tomás. Llevábamos tiempo intentándolo y no cuadraba, es un hombre que no para pese a que recientemente se ha jubilado (que no quiere decir que deje de trabajar).

Ya sabía del homenaje que parte de sus amigos y amigas (cuarenta y tres) le han hecho a través de la publicación de un libro, “Miradas desde el encuentro” (Legado Ediciones, 2021). Reconstruyen parte de su biografía de los últimos treinta y cinco años. Personas de diferentes ámbitos: escritores, políticos, artistas, profesores, periodistas…

Ese día, me regaló un ejemplar que le pedí cuando lo supe. ¡Gracias, Tomás!

No he podido leerlo hasta ahora. Y he de decir que me ha tenido entusiasmada todo un día hasta terminarlo. Quizá sea porque, conocer a la persona sobre la que estás leyendo siempre supone un plus de interés, pero la realidad es que la descripción de su trabajo, la contribución que ha supuesto para el desarrollo del Estado de Bienestar de este país en los distintos ámbitos dónde se ha movido, la valoración del mismo que hacen personas tan distintas y sobre todo, el perfil personal que refleja, siendo todo ello probablemente una parte pequeña de su historia es sorprendente.

Conocí a Tomás personalmente allá por el año 2002, nos unió la profesión de Trabajo Social, cuando asumí la presidencia del Consejo General de Trabajo Social. Antes, y pese a que él era profesor en la Escuela de Trabajo Social, no coincidimos. Estudié en el turno de tarde (1.986) porque yo ya trabajaba. Y la vida te va llevando…

Mantuvimos una relación muy buena y se abordaron trabajos de colaboración que no son objeto de esta entrada. El contacto lo hemos ido espaciando desde que yo dejara el Consejo General pero no se ha perdido.

Quiero en estas líneas recoger, tras la lectura de “Miradas desde el Encuentro” que me ha sorprendido descubrir algunas cosas, que tenemos en común, que desconocía y que no sé muy bien por qué no nos unió ya por entonces.

Cuando yo me inicié en el Trabajo Social, lo hice en el ámbito de la drogodependencia, allá por el año 1989. Uno de los puntos más problemáticos entonces era La Celsa (sino el más), dónde Tomás trabajaba (Consorcio de Realojamiento para la Población Marginada). Yo lo hacía desde la única entidad que ofrecía apoyo profesional en Madrid de forma gratuita, la Cruz Roja. Luego vendría el “trabajo domiciliario” que, me llevaría a conocer los diferentes asentamientos e infraviviendas de la ciudad. Pero quienes estábamos en ese sector, no únicamente desarrollábamos nuestra labor en el trabajo remunerado. También nos enredábamos en iniciativas de forma voluntaria. En el relato que hace el periodista Carlos Fresneda en el libro, Mirando al sur, hace alusión a la Asociación de Apoyo Sociosanitario a la Mujer Prostituida. En ella también colaboré haciendo turnos nocturnos en las calles del centro de Madrid para acercarnos y apoyar a las mujeres que ejercían la prostitución callejera. Teníamos como punto de encuentro, un piso que el tremendo concejal Matanzo acabó cerrando. Éramos muchas personas comprometidas las que colaborábamos en la iniciativa y no todas nos conocíamos. Ha sido para mí una gran sorpresa descubrirlo. Nos acerca aún más y estoy segura de que dedicándonos más tiempo a hablar de nosotros, encontraríamos más coincidencias y elementos comunes.

Tomás Fernández es un profesor prolijo y una persona con una amplísima visión de la que aprendes siempre que estás cerca de él. Además, es una persona prudente, humilde, buena y generosa. Si necesitas ayuda, ahí está. Recuerdo cuando tuve que trasladarme a Málaga para trabajar y fue él quien me lo puso fácil para poder instalarme allí.

También quiero dejar constancia de que todo el trabajo que desarrolló junto al Consejo General lo hizo desde esa generosidad, prudencia y humildad, pues siempre lo hacía para que otros fuéramos los que apareciésemos sin esperar o pedir nada a cambio. Le bastaba la contribución que suponía a la colectividad.

Coincido con todas las descripciones que se realizan de él en el libro, aunque desconozco su parcela humorística. ¡Tienes que mostrármela!

Ha estado siempre cercano, incluso en la distancia. Y aunque pasara mucho tiempo sin hablarnos, cuando lo hacíamos, parecía que fuera ayer la última vez.

Es una fortuna contar con un “mago” como amigo, como le denomina el escritor Javier Puebla.

Doy la enhorabuena a todas y cada una de las personas que han participado en la iniciativa. Tomás Fernández García es reconocido fuera de nuestras fronteras, pero va siendo momento de hacer posible que el refrán “nadie es profeta en su tierra” deje de tener sentido.

 

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