Refugios climáticos: justicia ambiental, resiliencia urbana y derecho al frescor

🔥 Los incendios de agosto 2025: cuando el fuego revela nuestras decisiones políticas y fiscales
España atraviesa este verano una de las peores crisis de incendios forestales de las últimas décadas: miles de personas evacuadas, patrimonio natural e histórico en riesgo y más de 60.000 hectáreas arrasadas.

Pero esta no es solo una historia de altas temperaturas y cambio climático.
Es también la consecuencia de años de recortes en prevención, plantillas insuficientes, material obsoleto y prioridades fiscales que han reducido los recursos públicos destinados a proteger nuestro territorio.

Cómo el cambio climático multiplica el riesgo y la intensidad de los incendios.
El coste económico real frente a la inversión en prevención.
El impacto de los recortes presupuestarios y fiscales en la capacidad de respuesta.
Casos recientes que muestran nuestras carencias estructurales.
La evidencia es clara: invertir en prevención es más barato y salva vidas, pero seguimos atrapados en un modelo reactivo que nos sale cada vez más caro.

  1. Introducción: ¿Por qué hablar hoy de refugios climáticos?

1.1. El calor como amenaza creciente

1.2. Una emergencia desigual

1.3. Refugios climáticos: más que una solución técnica

  1. Qué es un refugio climático: definición y tipologías

2.1. Definición desde la justicia climática

2.2. Funciones clave

2.3. Tipologías de refugios climáticos y requisitos mínimos

2.4. ¿Qué hace que un espacio sea un verdadero refugio climático?

2.5. El refugio como símbolo: cuidar el derecho a habitar el clima

  1. ¿Quién necesita un refugio climático? La dimensión social de la adaptación

3.1. El calor no afecta a todas las personas por igual

3.2. Enfoque interseccional: no hay vulnerabilidad neutra

3.3. La otra cara de la pobreza energética: calor y exclusión habitacional

3.4. El derecho al cuidado climático: una nueva frontera de lo público

  1. El mapa desigual del frescor: cartografía de la injusticia térmica

4.1. No todas las ciudades arden igual

4.2. El frescor como indicador de desigualdad urbana

4.3. Diagnóstico territorial: del dato a la acción

4.4. Una política térmica de justicia: más que mapas

  1. Experiencias internacionales y modelos en marcha

5.1. Del experimento a la política urbana

5.2. Claves comunes: más allá del aire acondicionado9

5.3. Hacia redes globales de ciudades cuidadoras

  1. Más allá del refugio: hacia un ecosistema urbano de cuidados climáticos

6.1. Del refugio aislado al entramado urbano resiliente

6.2. Refugios como infraestructuras relacionales

6.3. Articulación multisectorial: salud, servicios sociales y protección civil

6.4. Diseño ecológico y regenerativo

6.5. Participación ciudadana y datos abiertos

  1. Retos actuales y hoja de ruta hacia una política climática del cuidado

7.1. Obstáculos estructurales: cuando el calor no es prioridad

7.2. Brechas territoriales y digitales

7.3. Vacíos normativos y falta de reconocimiento legal

7.4. Hoja de ruta hacia una política climática del cuidado

7.5. Cambio de paradigma: de la reacción a la planificación climática con justicia

  1. El papel del tercer sector y la sociedad civil: guardianes del frescor común

8.1. Más allá del Estado: comunidades organizadas frente al calor

8.2. Funciones clave del tercer sector en la política climática del cuidado

8.3. Condiciones para una alianza Estado–sociedad civil

8.4. Cuidar el calor con quienes ya cuidan

  1. Enfriar el presente, cuidar el futuro
  2. Bibliografía
  3. Webgrafía

1. Introducción: ¿Por qué hablar hoy de refugios climáticos?

1.1. El calor como amenaza creciente

En los últimos años, las olas de calor se han convertido en una amenaza tan silenciosa como letal. No sólo son más frecuentes y prolongadas, sino que actúan de forma acumulativa: agotan, debilitan y, finalmente, matan. En las ciudades, este fenómeno se intensifica por el efecto de las llamadas islas de calor urbanas, zonas densamente construidas donde la temperatura se mantiene anormalmente alta incluso durante la noche. Allí, el asfalto, el tráfico y la escasez de vegetación actúan como una trampa térmica que transforma el entorno urbano en un infierno cotidiano.

En los últimos años, las olas de calor en España han alcanzado niveles sin precedentes, situándose como eventos extremos cada vez más frecuentes, intensos y letales.

Un informe del Observatorio de Sostenibilidad revela que casi la mitad de los récords de temperatura máxima absoluta en estaciones españolas se registraron en los últimos cinco años, y el 70 % en el último siglo. Solo entre 2020 y 2024 todas las estaciones, excepto las gallegas, batieron sus máximos históricos.

En las grandes ciudades como Madrid y Barcelona, la ola de calor de principios de julio provocó entre el 23 de junio y el 2 de julio aproximadamente 458 muertes (340 en Barcelona y 118 en Madrid), dentro de un total estimado de 2.305 fallecimientos en 12 grandes ciudades europeas, de los cuales el 65 % fueron atribuibles al cambio climático.

Este conjunto de datos revela una tendencia clara: el calentamiento incrementa no sólo la frecuencia de las olas de calor, sino también su intensidad y letalidad, causando impactos directos sobre la mortalidad y profundizando las brechas sociales y territoriales.

1.2. Una emergencia desigual

El cambio climático no impacta a todas las personas por igual. Las personas mayores que viven solas, quienes no tienen hogar, quienes habitan viviendas precarias sin ventilación, o quienes trabajan en la calle bajo el sol abrasador, son quienes más sufren. Los mapas del calor extremo coinciden a menudo con los mapas de la pobreza y la exclusión. En muchas ciudades, el frescor es un privilegio de clase: hay barrios que arden y barrios que respiran.

1.3. Refugios climáticos: más que una solución técnica

En este escenario, han emergido los refugios climáticos como una respuesta inmediata y necesaria. Son espacios accesibles, frescos y seguros que permiten a las personas protegerse del calor extremo, recuperar el aliento y cuidar su salud. Pero más allá de su funcionalidad térmica, los refugios climáticos representan una apuesta política: la posibilidad de reimaginar la ciudad como un espacio de derechos, equidad y cuidado colectivo.

2. Qué es un refugio climático: definición y tipologías

2.1. Definición desde la justicia climática

Un refugio climático es mucho más que un lugar fresco. Es un espacio urbano pensado para proteger la vida, cuidar el cuerpo y garantizar el derecho al bienestar térmico en contextos de crisis climática. Su función no es sólo técnica (bajar la temperatura), sino social: ofrecer acceso equitativo a la seguridad climática, especialmente a quienes no pueden garantizarla por medios propios.

Un refugio climático es, por tanto, una infraestructura de cuidado climático, un dispositivo de equidad urbana que encarna un principio fundamental: nadie debería enfermar ni morir de calor por ser pobre, viejo o estar solo.

2.2. Funciones clave

Los refugios cumplen varias funciones simultáneas:

  • Proteger frente a olas de calor, contaminación o estrés térmico.
  • Servir como puntos de apoyo físico, emocional y comunitario.
  • Actuar como nodos de redes locales de resiliencia.

No son espacios neutros: deben estar cerca, accesibles, seguros, culturalmente adecuados y conectados con los sistemas públicos de salud, servicios sociales y protección civil.

2.3. Tipologías de refugios climáticos y requisitos mínimos

Los refugios pueden adoptar diversas formas, desde parques arbolados hasta centros cívicos o estructuras móviles. Lo importante no es su etiqueta, sino que cumplan criterios mínimos de protección, inclusión y accesibilidad.

Tipologías y requisitos mínimos de refugios climáticos

Tipo de refugio Ejemplos concretos Ventajas principales Requisitos mínimos clave
Refugios naturales Parques urbanos, jardines, riberas, corredores verdes Sombra natural, biodiversidad, enfriamiento pasivo Sombra vegetal, bancos, acceso libre, fuentes o agua cercana
Refugios construidos Bibliotecas, centros cívicos, escuelas, estaciones de metro Climatización, equipamientos, posibilidad de uso polivalente Temperatura interior ≤26ºC, agua potable, aseos, accesibilidad
Refugios móviles / temporales Buses climatizados, carpas, contenedores refrigerados Flexibilidad, rápida activación en zonas críticas Ventilación, sombra, personal de atención, ubicación estratégica

2.4. ¿Qué hace que un espacio sea un verdadero refugio climático?

No basta con que el lugar esté fresco: debe ser justo, acogedor y accesible. Los siguientes elementos son esenciales para su reconocimiento como tal:

  • Accesibilidad física y geográfica: sin barreras arquitectónicas, cerca del transporte público, señalizado claramente.
  • Confort térmico real: ya sea natural o artificial, con sombra, ventilación cruzada o climatización eficiente.
  • Agua potable y descanso: acceso a fuentes, bancos, espacios para sentarse y relajarse.
  • Seguridad y protección social: entornos no hostiles, con personal o referentes comunitarios presentes.
  • Inclusión cultural y comunicativa: materiales multilingües, adaptaciones para diversidad funcional, espacios que no discriminen.

2.5. El refugio como símbolo: cuidar el derecho a habitar el clima

Cada refugio es también un símbolo urbano. Habla de las prioridades de una ciudad. Una ciudad que señaliza sus refugios climáticos está diciendo: nos importa tu cuerpo, tu salud, tu posibilidad de vivir dignamente aquí. Es un mensaje que transforma el calor en comunidad, y la amenaza climática en una oportunidad para reconstruir los vínculos urbanos desde el cuidado mutuo.

3. ¿Quién necesita un refugio climático? La dimensión social de la adaptación

3.1. El calor no afecta a todas las personas por igual

Las olas de calor no son simplemente fenómenos meteorológicos: son acontecimientos sociales profundamente desiguales. Mientras unas personas pueden refugiarse tras las paredes frescas de sus viviendas, encender el aire acondicionado o cambiar de horarios laborales, otras no tienen dónde protegerse, cómo desplazarse o a quién pedir ayuda.

El cambio climático, al cruzarse con factores estructurales como la pobreza, la edad, el género o el estatus migratorio, actúa como un multiplicador de desigualdades. Y en ese cruce de vulnerabilidades se juega la diferencia entre el malestar y el colapso, entre la incomodidad y la muerte.

3.2. Enfoque interseccional: no hay vulnerabilidad neutra

No existe una “persona tipo” vulnerable al calor. La exposición al riesgo se construye socialmente: una mujer mayor, migrante y sola, por ejemplo, enfrenta riesgos mucho más altos que un varón joven con recursos económicos, aunque ambos vivan en la misma ciudad.

Por eso, un enfoque interseccional es imprescindible: no se trata de listar colectivos, sino de entender cómo se combinan, acumulan y refuerzan los factores de exclusión climática.

Perfiles de vulnerabilidad climática ante el calor extremo

Grupo afectado Factores de vulnerabilidad acumulados Obstáculos de acceso a refugios climáticos
Personas mayores solas Fragilidad física, aislamiento, enfermedades crónicas Movilidad reducida, desconocimiento de recursos, deshidratación silenciosa
Infancia sin espacios verdes Sistema termorregulador inmaduro, dependencia adulta Falta de sombra en patios escolares, ocio en zonas asfaltadas
Personas sin hogar Exclusión residencial, exposición total al exterior Rechazo social, miedo a intervención policial
Trabajadoras al aire libre Exposición directa, empleo precario, dificultad para parar Desconocimiento, incompatibilidad horaria, falta de descanso
Personas con diversidad funcional Barreras físicas, dependencia, vulnerabilidad psicosocial Dificultad de transporte, refugios no adaptados
Población migrante y racializada Barreras lingüísticas, legales, precariedad habitacional Información no accesible, temor a control institucional
Hogares en pobreza energética Viviendas sin aislamiento ni refrigeración, sobreexposición doméstica Miedo a abandonar el hogar, desconocimiento, exclusión digital

3.3. La otra cara de la pobreza energética: calor y exclusión habitacional

La pobreza energética no es sólo un problema invernal. En verano, muchas viviendas superan los 35 °C en su interior. Paredes finas, sin ventilación, orientaciones inadecuadas y ausencia de aparatos refrigerantes convierten el hogar en un horno invisible. Esta realidad afecta especialmente a hogares alquilados, monoculturales, migrantes o sin contrato formal, que pueden quedar fuera también de los refugios por miedo o desinformación.

Esta combinación de calor, precariedad residencial y falta de alternativas configura una injusticia habitacional climática que requiere respuestas urgentes desde el urbanismo, la salud pública y la política social.

3.4. El derecho al cuidado climático: una nueva frontera de lo público

Frente a esta exclusión, urge reconocer el “derecho al cuidado climático: el derecho a estar protegido frente al impacto del clima, en condiciones de dignidad, equidad y pertenencia. Este derecho implica:

  • Acceso garantizado y visible a refugios climáticos adecuados.
  • Redes de atención vecinal, sanitaria y social.
  • Señalización comprensible, presencial y accesible (no solo digital).
  • Protocolos proactivos que no esperen a que las personas pidan ayuda.

El calor no mata solo por temperatura: mata por abandono, por marginación, por falta de cuidados. Los refugios climáticos deben ser la puerta de entrada a un sistema público de cuidado climático que no deje a nadie fuera.

4. El mapa desigual del frescor: cartografía de la injusticia térmica

4.1. No todas las ciudades arden igual

Durante una ola de calor, basta con mirar un mapa térmico urbano para comprobar una verdad incómoda: las ciudades no calientan por igual a todas las personas. En los barrios con más árboles, parques y plazas sombreadas, el aire es más respirable. En los barrios densamente construidos, sin verde ni sombra, el asfalto quema y el calor se acumula.

Este fenómeno, conocido como isla de calor urbana, no es un capricho del diseño: es el reflejo climático de una estructura social desigual. Las zonas más expuestas al calor suelen coincidir con las de menor renta, menor acceso a servicios y mayor densidad poblacional.

4.2. El frescor como indicador de desigualdad urbana

El acceso a sombra, vegetación, ventilación o fuentes públicas no está equitativamente distribuido. Mientras algunos barrios disfrutan de parques frondosos, bulevares arbolados y edificios públicos climatizados, otros apenas tienen bancos bajo sombra o zonas verdes que amortigüen la temperatura.

Esta brecha térmica se traduce en problemas de salud pública, malestar psicosocial, deterioro del sueño, aumento del estrés térmico y riesgo vital en los sectores más frágiles.

El urbanismo, así, deja de ser solo una cuestión estética para convertirse en una política de vida o muerte.

Diagnósticos e iniciativas locales frente al calor urbano

Ciudad Diagnóstico de vulnerabilidad climática Red de refugios climáticos Acciones complementarias destacadas
Barcelona Mapa de calor cruzado con renta, edad, salud y densidad (2019) Más de 200 espacios señalizados en red municipal Campañas multilingües, apps accesibles, criterios de equidad
Sevilla Índice de Vulnerabilidad Climática por distritos (2021) Estrategia en desarrollo con espacios identificados Plan de arbolado priorizando barrios vulnerables
Madrid Mapas térmicos sin cruce sistemático con indicadores sociales Centros municipales habilitados (sin red integrada) Iniciativas puntuales, sin narrativa de justicia climática

4.3. Diagnóstico territorial: del dato a la acción

Algunas ciudades han avanzado en mapear la vulnerabilidad climática con precisión, cruzando variables como temperatura, edad, renta, acceso a verde o calidad del aire. Estos mapas permiten:

  • Identificar zonas prioritarias de intervención.
  • Planificar redes de refugios con enfoque de equidad.
  • Distribuir recursos donde más se necesitan, no donde es más fácil actuar.

Pero aún queda mucho por hacer. En muchas ciudades, los datos existen pero no se usan para decidir políticas públicas, o bien no se publican de forma accesible para la ciudadanía.

4.4. Una política térmica de justicia: más que mapas

Tener mapas no basta si no se traducen en decisiones justas, sostenidas y participativas. Las políticas de adaptación deben ir más allá del análisis técnico y asumir una responsabilidad redistributiva: enfriar primero donde más se sufre el calor, reverdecer donde no hay árboles, dotar de refugios donde no existen espacios comunes.

En ese sentido, el frescor no puede ser un privilegio paisajístico: debe ser un derecho urbano, un bien común redistribuido, una garantía mínima de dignidad en tiempos de colapso climático.

5. Experiencias internacionales y modelos en marcha

5.1. Del experimento a la política urbana

La idea de los refugios climáticos ha pasado, en pocos años, de ser una solución emergente a consolidarse como un instrumento central de las políticas urbanas de adaptación al calor extremo. Distintas ciudades del mundo —con contextos, climas y recursos muy dispares— han implementado estrategias pioneras que demuestran que, incluso con medios limitados, es posible cuidar el bienestar térmico de las personas más vulnerables.

No se trata solo de crear espacios fríos. Se trata de reconocer que el calor también es una injusticia social y, por tanto, requiere respuestas públicas ancladas en derechos, participación y comunidad.

Casos internacionales de refugios climáticos

Ciudad Modelo de refugios Diagnóstico y planificación Participación y enfoque social Lecciones clave
París (Francia) “Îlots de fraîcheur” (islas de frescor): parques, fuentes, edificios públicos abiertos Plan Canicule post-2003 con mapas de acceso y criterios de proximidad (≤10 min a pie) Inclusión de colectivos mayores, apertura nocturna de espacios Enfocar desde salud pública, no solo urbanismo
Lyon (Francia) Escuelas y patios verdes como refugios permanentes Urbanismo escolar adaptativo, vegetación estructural Implicación educativa y vecinal en el diseño Integrar naturaleza y comunidad
Toronto (Canadá) Cooling centres en bibliotecas, centros sociales y municipales Plan de alerta temprana, mapas dinámicos Voluntariado vecinal para acompañar a mayores Cuidar también lo relacional y emocional
Ciudad de México Centros culturales y deportivos habilitados Diagnóstico parcial, sin política nacional aún Acciones puntuales desde alcaldías y colectivos Falta integración estructural
Santiago (Chile) Patios frescos y sombras comunitarias impulsadas por vecinos Reforestación barrial y apropiación vecinal Cooperación entre ciudadanía y municipalidades Creatividad y saberes locales como recursos
Barcelona (España) Red de Refugios Climáticos (200+ espacios públicos señalizados) Mapas cruzados de vulnerabilidad social y temperatura Comunicación multilingüe, señalética visible, accesibilidad universal Modelo integrador y replicable en Europa

5.2. Claves comunes: más allá del aire acondicionado

A pesar de las diferencias contextuales, las experiencias más exitosas comparten principios estructurales que deberían inspirar cualquier política local de refugios climáticos:

  1. a) Participación ciudadana desde el diseño

Los refugios más eficaces no son los más tecnológicos, sino los mejor enraizados en su comunidad. Implicar a vecinas, asociaciones, escuelas o redes de cuidados desde el inicio mejora la adecuación, legitimidad y sostenibilidad del proyecto.

  1. b) Diagnóstico y planificación basados en datos

El uso de mapas de calor, indicadores sociales y herramientas geográficas es fundamental para identificar dónde hace más calor, quién vive allí, y qué recursos se necesitan. Sin datos, no hay equidad térmica.

  1. c) Enfoque intersectorial

Urbanismo, salud pública, servicios sociales, educación y emergencias deben trabajar juntos. El calor extremo no es solo un asunto climático: es un desafío transversal que atraviesa toda la ciudad.

  1. d) Infraestructura + relación

Un refugio no es solo un edificio con aire acondicionado: es un entorno cuidado. Espacios donde se ofrece agua, sombra y descanso, pero también presencia humana, acogida y orientación.

  1. e) Accesibilidad y comunicación inclusiva

Desde señalética en varios idiomas hasta materiales en lectura fácil o campañas puerta a puerta, lo comunicacional es parte de la infraestructura de cuidados.

5.3. Hacia redes globales de ciudades cuidadoras

El aprendizaje no debe quedar encerrado en cada ciudad. Redes como ICLEI, C40 Cities o la Agencia Europea de Medio Ambiente ya promueven el intercambio de buenas prácticas y la cooperación entre gobiernos locales. Frente a un clima global que se calienta, la justicia térmica debe ser también una causa global.

Los refugios climáticos son la punta de lanza de otro modelo urbano posible: uno que enfría desde el cuidado, desde la equidad y desde lo común.

6. Más allá del refugio: hacia un ecosistema urbano de cuidados climáticos

6.1. Del refugio aislado al entramado urbano resiliente

Los refugios climáticos son una respuesta urgente ante las olas de calor y sus efectos desiguales. Pero si se conciben solo como espacios puntuales, activados de forma reactiva y desvinculados del resto de políticas públicas, su impacto será limitado y fragmentario. Frente a ello, se abre una posibilidad más ambiciosa: construir un ecosistema urbano de cuidados climáticos, donde los refugios sean nodos articuladores de una red viva de protección social, ecológica y comunitaria.

No se trata solo de tener más lugares frescos. Se trata de que cada barrio pueda activar una respuesta colectiva, con espacios, recursos y vínculos preparados para enfrentar juntos los extremos térmicos y climáticos.

6.2. Refugios como infraestructuras relacionales

Cuando un refugio climático funciona bien, no solo baja la temperatura: sube la confianza. La confianza en lo público, en los cuidados compartidos, en la capacidad del barrio de proteger a quienes más lo necesitan. Por eso, los refugios deben dejar de pensarse como lugares de paso y empezar a entenderse como infraestructuras relacionales: espacios donde la sombra y el frescor se combinan con acogida, apoyo emocional, información y vínculos sociales.

Un centro cívico que abre sus puertas como refugio puede:

  • Activar redes vecinales para acompañar a mayores que viven solas.
  • Coordinarse con los centros de salud para detectar casos de riesgo.
  • Ofrecer talleres comunitarios de autocuidado frente al calor.
  • Incorporar lenguajes accesibles y señalética en varios idiomas.
  • Conectar con el sistema de servicios sociales municipales.

6.3. Articulación multisectorial: salud, servicios sociales y protección civil

El éxito de los refugios no puede depender solo del área de medioambiente o urbanismo. Su consolidación requiere una planificación intersectorial que implique a:

  • Salud pública: formación sobre riesgos térmicos, protocolos de seguimiento proactivo, alertas tempranas.
  • Servicios sociales: identificación de personas vulnerables, activación de redes de apoyo, seguimiento domiciliario.
  • Protección civil y emergencias: logística, comunicación de alertas, despliegue de recursos móviles.
  • Educación, cultura y juventud: habilitación de equipamientos como escuelas o centros juveniles, coeducación climática.

Esa conexión entre áreas es lo que transforma una infraestructura técnica en una política climática integral y cuidadora.

6.4. Diseño ecológico y regenerativo

El confort térmico no se garantiza solo con aire acondicionado. En contextos de crisis energética, transición ecológica y cambio climático, se impone un diseño que priorice la simbiosis con el entorno:

  • Arbolado urbano con especies autóctonas que generen sombra y humedad.
  • Techos y fachadas verdes para reducir temperatura y aumentar biodiversidad.
  • Fuentes y bebederos accesibles, zonas de descanso frescas y públicas.
  • Ventilación cruzada natural en lugar de climatización intensiva.

Cada refugio debe ser también una escuela climática: un lugar que muestre cómo habitar el calor de forma justa, sostenible y compartida.

6.5. Participación ciudadana y datos abiertos

Diseñar refugios sin las personas que los necesitan es diseñar espacios vacíos. Por eso, el proceso debe incluir:

  • Diagnósticos participativos para localizar puntos calientes y necesidades no cubiertas.
  • Talleres comunitarios para adaptar horarios, servicios, formatos y lenguajes.
  • Comunicación multicanal: desde apps a carteles en farmacias o mercados.
  • Evaluación colaborativa con fichas de uso, encuestas y asambleas vecinales.

Y todo esto requiere datos abiertos, transparentes y actualizados: mapas térmicos, encuestas, indicadores de vulnerabilidad, inventarios de equipamientos. La transparencia climática genera legitimidad y mejora la respuesta pública.

Ejes de un ecosistema urbano de cuidados climáticos

Eje estratégico Contenido y función principal Actores clave implicados
Red de refugios integrados Espacios frescos, accesibles y distribuidos equitativamente en el territorio Urbanismo, medioambiente, ciudadanía
Intervención comunitaria Redes vecinales, voluntariado, talleres de autocuidado, apoyo a mayores Asociaciones, centros cívicos, servicios sociales
Conexión multisectorial Coordinación entre salud, emergencias, servicios sociales y cultura Ayuntamiento, sanidad, protección civil, ONG
Diseño ecológico Naturación urbana, ventilación pasiva, fuentes públicas, sombra vegetal Arquitectura, ecología urbana, ingeniería municipal
Accesibilidad y comunicación Señalética visible, materiales en lectura fácil, difusión multicanal Comunicación municipal, radios comunitarias
Planificación participativa Co-diseño con ciudadanía, encuestas barriales, diagnóstico inclusivo Movimientos vecinales, ciudadanía, personal técnico
Monitoreo y mejora continua Indicadores de uso, encuestas de satisfacción, evaluación anual con datos abiertos Gobierno local, universidades, ciudadanía organizada

La resiliencia urbana no se construye con muros ni con aparatos, sino con redes. Redes de sombra, de apoyo, de datos, de confianza. Un ecosistema de cuidados climáticos es, en el fondo, una infraestructura cívica del derecho al frescor, donde la equidad no es un añadido, sino la condición de posibilidad de cualquier adaptación digna.

7. Retos actuales y hoja de ruta hacia una política climática del cuidado

7.1. Obstáculos estructurales: cuando el calor no es prioridad

Pese a los avances y experiencias pioneras, la mayoría de ciudades y gobiernos locales aún no han asumido el frescor como derecho ni el calor como urgencia estructural. Entre los obstáculos más relevantes destacan:

  • Infrafinanciación crónica: los presupuestos para adaptación climática siguen siendo residuales frente a otros sectores, sin partidas específicas para refugios.
  • Desconexión interadministrativa: falta de coordinación entre áreas municipales, y entre gobiernos locales, autonómicos y estatales.
  • Inercia del urbanismo excluyente: el modelo de ciudad sigue priorizando el coche, el hormigón y la verticalidad, frente a la sombra, la accesibilidad y la vida comunitaria.
  • Falta de evaluación y continuidad: muchas medidas se implementan como campañas estacionales, sin seguimiento ni institucionalización.
  • Mercantilización del frescor: proliferan soluciones privadas (centros comerciales, zonas VIP, hoteles) que generan una climatización desigual y excluyente.

7.2. Brechas territoriales y digitales

La desigualdad territorial es otra barrera invisible pero potente. Mientras algunas capitales comienzan a mapear el calor y habilitar refugios, la mayoría de municipios medianos y rurales no cuentan con recursos ni herramientas para hacerlo.

Además, en muchos lugares la información sobre refugios solo está disponible por vías digitales (apps, web), excluyendo a las personas sin acceso, sin habilidades o sin confianza en lo digital, como mayores o migrantes recién llegados.

7.3. Vacíos normativos y falta de reconocimiento legal

Actualmente, ninguna ley estatal o autonómica en España reconoce explícitamente el “derecho al frescor o los refugios climáticos como obligación pública. Existen recomendaciones en estrategias de adaptación, pero no hay:

  • Marco jurídico básico.
  • Requisitos mínimos definidos.
  • Obligación de mapeo ni señalización.
  • Indicadores comunes ni rendición de cuentas.

Convertir el frescor en un derecho emergente implica reconocerlo como parte del derecho a la salud, la vivienda digna y el espacio público.

7.4. Hoja de ruta hacia una política climática del cuidado

Frente a estos retos, se propone una hoja de ruta basada en cinco pasos articulados, sostenibles y replicables:

Hoja de ruta hacia una política climática del cuidado

Paso estratégico Objetivo principal Acciones clave
1. Reconocimiento jurídico y político Posicionar el derecho al frescor como derecho social emergente Reformas normativas, inclusión en leyes de salud, vivienda y cambio climático
2. Diagnóstico territorial inclusivo Identificar zonas y grupos vulnerables al calor Mapas de calor + indicadores sociales + participación vecinal
3. Planes municipales de refugios Implementar una red de refugios accesibles y equitativos Señalización, criterios mínimos, coordinación multisectorial
4. Implicación comunitaria estructural Convertir los refugios en nodos de cuidado y resiliencia local Programas de voluntariado, talleres, redes de atención en barrios
5. Evaluación y escalabilidad Medir impacto, corregir desigualdades y ampliar la política Indicadores comunes, auditoría climática, financiación plurianual

7.5. Cambio de paradigma: de la reacción a la planificación climática con justicia

El verdadero desafío no es técnico, sino político y cultural: pasar de actuar por olas de calor a planificar por derecho al cuidado térmico. Esto implica:

  • Reorientar presupuestos.
  • Rediseñar ciudades desde la equidad térmica.
  • Incorporar el calor como variable prioritaria en salud, urbanismo y vivienda.
  • Valorar los saberes comunitarios, no como complemento, sino como parte del conocimiento climático legítimo.

La ciudad cuidadora no es la que responde con rapidez a cada ola, sino la que construye sombra con justicia antes de que llegue el calor.

8. El papel del tercer sector y la sociedad civil: guardianes del frescor común

8.1. Más allá del Estado: comunidades organizadas frente al calor

El cambio climático no espera a la aprobación de normativas. Ante la lentitud institucional, la sociedad civil ha comenzado a responder antes y desde abajo. Redes vecinales, entidades sociales, parroquias, centros culturales, asociaciones de mayores o grupos ecologistas están activando espacios, alertas, acompañamientos y refugios informales en los barrios más expuestos. En muchas ciudades, han sido los primeros en señalar las brechas del frescor, cartografiar la vulnerabilidad y visibilizar la exclusión térmica.

Frente al modelo vertical de política pública, el tercer sector aporta capacidad capilar, escucha territorial y vínculos de confianza construidos desde la proximidad. Su rol es insustituible, no como actor subsidiario, sino como sujeto político, ético y operativo de la transición climática justa.

8.2. Funciones clave del tercer sector en la política climática del cuidado

El papel de las entidades sociales puede desplegarse en múltiples dimensiones:

Función Ejemplos prácticos
Detección de necesidades Mapeo participativo de zonas sin sombra ni refugio; encuestas a personas mayores o sin hogar.
Activación de redes comunitarias Redes de acompañamiento en olas de calor; visitas domiciliarias; voluntariado barrial.
Gestión de refugios de proximidad Habilitación de centros sociales, parroquias o locales vecinales como refugios temporales.
Mediación cultural y lingüística Acompañamiento a población migrante; señalización en varios idiomas; acceso inclusivo.
Incidencia y denuncia Campañas para declarar el frescor como derecho; presión para normativas climáticas con justicia.
Educación y sensibilización Talleres de autocuidado, educación popular climática, actividades intergeneracionales.

Esta labor requiere ser reconocida, financiada y protegida. En contextos de calor extremo, el cuidado no es un recurso informal: es una infraestructura vital.

8.3. Condiciones para una alianza Estado–sociedad civil

Para que el tercer sector despliegue todo su potencial en la respuesta climática, se necesita más que colaboración puntual. Es imprescindible:

  • Crear convenios marco y financiación plurianual con ONG, redes barriales y plataformas vecinales.
  • Reconocer a las entidades sociales como coplanificadoras en los planes municipales de refugios climáticos.
  • Garantizar espacios físicos comunitarios como equipamientos climáticos de uso público.
  • Incluir al tercer sector en los protocolos de salud pública y protección civil ante olas de calor.
  • Incorporar su voz en los indicadores y evaluaciones de la equidad térmica urbana.

Como señala la Fundación Biodiversidad, no hay adaptación climática sin comunidades organizadas. Y como recuerdan las redes vecinales que han sostenido la vida en cada crisis: sin cuidados, no hay ciudad posible.

8.4. Cuidar el calor con quienes ya cuidan

En los márgenes, en lo cotidiano, el tercer sector ya lleva tiempo enfrentando el calor: acompañando a personas mayores en viviendas precarias, creando sombras con toldos colectivos, señalando espacios públicos como “refugios espontáneos”, repartiendo agua o elaborando guías en lectura fácil.

El desafío es convertir esa experiencia en política pública, y esa práctica solidaria en derecho colectivo. Incluir al tercer sector no es solo eficiente: es éticamente imprescindible y políticamente transformador.

Estrategias del tercer sector ante el calor extremo

Área de acción Estrategia concreta Ejemplos aplicados o posibles
Diagnóstico participativo Mapeo barrial del calor y la exclusión térmica Encuestas en barrios sin sombra; diagnósticos vecinales
Refugios comunitarios Habilitación de espacios de acogida Parroquias, centros vecinales o sociales como refugios temporales
Redes de cuidado y acompañamiento Voluntariado ante olas de calor Visitas domiciliarias a mayores; seguimiento telefónico
Accesibilidad cultural y lingüística Traducción de información y mediación intercultural Señalética multilingüe; campañas inclusivas
Distribución de recursos básicos Agua, abanicos, kits de frescor, toldos comunitarios Reparto en calle o a domicilio; redes logísticas solidarias
Educación y sensibilización Talleres, campañas, materiales accesibles Guías en lectura fácil; actividades escolares o comunitarias
Incidencia política Campañas y propuestas para el reconocimiento del frescor como derecho Peticiones, informes, comparecencias públicas
Alianzas y gobernanza colaborativa Participación en planes municipales Mesas de trabajo con administraciones; co-diseño de políticas

9. Enfriar el presente, cuidar el futuro

El calor extremo ya no es una anomalía: es una constante. Y su impacto no es neutro. Golpea con más fuerza allí donde ya dolía antes: en los barrios sin árboles, en las viviendas sin aislamiento, en los cuerpos más empobrecidos y en las vidas más invisibilizadas. Lo que parecía solo una cuestión ambiental ha demostrado ser también una cuestión de justicia, de salud, de cuidados y de derechos.

Frente a esta realidad, los refugios climáticos no son un lujo ni un parche: son una necesidad vital y una oportunidad política. Son espacios donde el frescor se convierte en derecho, el descanso en protección y el cuidado en infraestructura. Cuando están bien diseñados, gestionados y habitados, los refugios no solo enfrían el aire: recalientan los lazos comunitarios, regeneran el espacio público y reequilibran lo urbano.

Pero para que eso ocurra, no basta con mapas ni con edificios. Hace falta voluntad política, compromiso institucional, recursos sostenidos y participación ciudadana. Hace falta, sobre todo, un cambio de paradigma: dejar de ver el calor como un accidente climático y empezar a nombrarlo como lo que es —un factor multiplicador de desigualdades—. Y dejar de tratar la adaptación como una reacción puntual para entenderla como un nuevo pacto social por la vida digna en tiempos de colapso.

En ese pacto, los gobiernos deben planificar, financiar y normativizar; las comunidades deben participar, decidir y cuidar; y los profesionales deben diseñar, acompañar y aprender. Cada actor tiene un papel. Cada sombra cuenta. Cada grado menos, también.

El derecho al frescor es el nombre nuevo de un derecho muy antiguo: el de vivir sin miedo, sin abandono y sin exclusión. Y los refugios climáticos, en toda su sencillez, nos recuerdan que el futuro empieza por lo básico: un lugar fresco donde sentarse, descansar y ser bienvenido. Ahí donde el aire es más limpio y la vida más habitable, comienza también la democracia climática que necesitamos construir.

No es solo una cuestión de temperatura. Es una cuestión de dignidad.

10. Bibliografía

  1. Justicia climática y desigualdad ambiental
  • Bulkeley, H., Edwards, G. A. S., & Fuller, S. (2014). Contesting climate justice in the city: Examining politics and practice in urban climate change experiments. Global Environmental Change, 25, 31–40. Examina cómo las políticas urbanas de adaptación pueden reproducir desigualdades si no se diseñan con justicia climática. Cuestiona la retórica de participación y aboga por mecanismos reales de redistribución.
  • Sze, J. (2020). Environmental Justice in a Moment of Danger. University of California Press. Analiza los retos actuales del movimiento por la justicia ambiental en contextos de crisis climática y autoritarismo, con enfoque en los impactos diferenciados según raza y clase.
  • Anguelovski, I., Shi, L., Chu, E., et al. (2016). Equity impacts of urban land use planning for climate adaptation: Critical perspectives from the Global South. Journal of Planning Education and Research, 36(3), 333–348. Destaca cómo las políticas de adaptación pueden generar desplazamiento y gentrificación verde si no incorporan justicia redistributiva y participación efectiva.
  1. Refugios climáticos y políticas de adaptación urbana
  • Reckien, D., et al. (2018). How are cities planning to respond to climate change? Assessment of local climate plans from 885 cities in the EU-28. Journal of Cleaner Production, 191, 207–219. Análisis comparativo que revela grandes diferencias en la ambición, inclusión social y acciones concretas de adaptación urbana entre ciudades europeas.
  • Sanchez Rodríguez, R., Ürge-Vorsatz, D., & Barau, A. (2018). Sustainable urban transformations towards low-carbon cities: Literature review. Cities, 79, 62–75. Ofrece una revisión sistemática de transformaciones urbanas sostenibles, incluyendo la incorporación de soluciones basadas en la naturaleza y la participación ciudadana.
  1. Urbanismo, salud y confort térmico
  • Jennings, V., Baptiste, A. K., Osborne Jelks, N., & Skeete, R. (2017). Urban green space and the pursuit of health equity in parts of the United States. International Journal of Environmental Research and Public Health, 14(11), 1432. Muestra cómo el acceso equitativo a espacios verdes urbanos está directamente ligado a la salud pública y cómo su escasez se concentra en comunidades racializadas y empobrecidas.
  • EPA – Environmental Protection Agency (2014). Reducing Urban Heat Islands: Compendium of Strategies. Manual técnico con estrategias probadas para reducir las islas de calor urbanas, útil para gobiernos locales que buscan transformar el entorno construido.
  1. Enfoques comunitarios y resiliencia
  • Meerow, S., & Stults, M. (2016). Comparing conceptualizations of urban climate resilience in theory and practice. Sustainability, 8(7), 701. Ofrece una tipología crítica de diferentes enfoques de resiliencia urbana, subrayando los riesgos de apropiación tecnocrática y la necesidad de enfoques inclusivos.
  • Fernández-Baldor, Á., Boni, A., Lillo, G., & Hueso, A. (2014). Are technological projects reducing social inequalities and improving people’s well-being? A capability approach analysis of renewable energy-based electrification projects in Cajamarca, Peru. Journal of Human Development and Capabilities, 15(1), 13–27. Aunque centrado en energías renovables, es clave para introducir la perspectiva de capacidades humanas en las infraestructuras comunitarias y en cómo estas amplían o restringen libertades.
  1. Políticas públicas comparadas de adaptación climática urbana
  • Romero-Lankao, P., Gnatz, D. M., & Wilhelmi, O. V. (2016). Risk perceptions, adaptive capacity and climate change in cities: An interdisciplinary approach. Climate Risk Management, 11, 1–6. Examina cómo distintas ciudades del mundo combinan percepción de riesgo, capacidades institucionales y respuesta climática, ofreciendo un marco útil para analizar la diversidad de enfoques según contexto político y social.
  • Araos, M., Berrang-Ford, L., Ford, J. D., Austin, S. E., Lesnikowski, A., & Heymann, S. J. (2016). Climate change adaptation planning in large cities: A systematic global assessment. Environmental Science & Policy, 66, 375–382. Revisión de planes de adaptación en 401 ciudades del mundo. Concluye que muchas carecen de mecanismos de implementación, indicadores sociales y enfoque equitativo, lo que refuerza la necesidad de refugios climáticos con función social.
  • Grecksch, K. (2021). Drought and Water Scarcity in the UK: Social Science Perspectives on Governance, Knowledge and Outreach. Palgrave Macmillan. Aunque centrado en sequías, aporta una valiosa lectura sobre cómo las políticas públicas deben articularse entre niveles de gobierno y con la ciudadanía, lección extrapolable al diseño de políticas de frescor urbano.
  • Mees, H. L. P., Driessen, P. P. J., & Runhaar, H. A. C. (2014). Legitimate adaptive flood risk governance beyond the dikes: The cases of Hamburg, Helsinki and Rotterdam. Regional Environmental Change, 14(2), 671–682. Estudio comparado que plantea los dilemas de legitimidad democrática en políticas climáticas urbanas. Relevante para reflexionar sobre participación ciudadana en los refugios y en la gobernanza del cuidado climático.
  1. Diseño ecológico urbano: infraestructura verde y confort térmico
  • Beatley, T. (2011). Biophilic Cities: Integrating Nature into Urban Design and Planning. Island Press. Propone un modelo de ciudad que integre naturaleza y bienestar, superando la lógica del “verde decorativo” y apostando por infraestructuras verdes funcionales para la salud térmica y social.
  • Benedict, M. A., & McMahon, E. T. (2006). Green Infrastructure: Linking Landscapes and Communities. Island Press. Texto clásico sobre infraestructura verde como sistema urbano de salud, conexión social y resiliencia climática. Muy útil para sostener una visión ecosistémica de los refugios.
  • Gulsrud, N. M., Hertzog, K., & Shears, I. (2018). Innovative urban forestry governance in Melbourne: Investigating “green placemaking” as a nature-based solution. Environmental Research, 161, 158–167. Caso de éxito en diseño de espacios públicos verdes participativos con enfoque climático y social. Muestra cómo la infraestructura verde puede convertirse en una política de inclusión urbana.
  • Carter, J. G., Cavan, G., Connelly, A., Guy, S., Handley, J., & Kazmierczak, A. (2015). Climate change and the city: Building capacity for urban adaptation. Progress in Planning, 95, 1–66. Propone estrategias de diseño urbano adaptativo a largo plazo, con especial atención a justicia espacial, co-beneficios sociales y capacidades institucionales para la implementación.

11. Webgrafía

  1. Recursos institucionales y guías oficiales
  1. Mapas interactivos y herramientas de diagnóstico
  • Mapa de Refugios Climáticos de Barcelona https://www.barcelona.cat/refugisclimatics/ Visor ciudadano que permite localizar, por distrito, los refugios disponibles, su nivel de accesibilidad, servicios y horarios. Ejemplo de transparencia y empoderamiento digital.
  • Mapa de vulnerabilidad climática – Ayuntamiento de Sevilla https://urbanismo.sevilla.org/planificacion-urbana/vulnerabilidad-climatica Herramienta SIG que cruza variables climáticas y sociales para identificar zonas prioritarias. Buen modelo para diagnóstico territorial con enfoque de justicia espacial.
  • Climate Just (UK) https://www.climatejust.org.uk/ Plataforma británica centrada en la justicia climática. Ofrece mapas interactivos, estudios de caso, indicadores de vulnerabilidad y guías para gobiernos locales y ONG.
  1. Buenas prácticas y redes europeas
  1. Comunicación, divulgación y recursos comunitarios

 

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